Este año nos ha parecido que el frío
no llegaba, ha sido un otoño seco y un invierno carente de su
característico frío.
En el mes de febrero, incluso a finales
de enero casi coincidiendo con la festividad de San Juan Bosco, los
patios roteños y los balcones empezaban a llenarse de flores y
colores, incluso los arboles frutales empezaban a regalarnos lo que
normalmente suelen hacer en plena primavera.
En mi casa disfruto de una gran afición
heredada de mis abuelos, la pasión por la jardinería, y entre
tantos geranios y jazmines cuido con mucho cariño una maceta de
lirio morado. Me costó mucho tenerlo ya que normalmente el lirio
morado suele crecer en la vereda de los caminos de los campos, es
decir, de forma salvaje, un lirio morado es muy difícil sembrarlo,
y mas difícil aún que te crezca en una maceta.
Pues será que en mi casa somos todos
cofrades, pero cada primavera en mi casa ese Lirio salvaje que planté
hace algunos años en una maceta florece, y así nos regala a mi
familia sus bellas flores moradas.
Cada mes de abril nos hace mucha
ilusión el regalo que el Lirio puntualmente nos hace. Es inevitable
no ver un Lirio morado y no transportarte a la Semana Santa, a esos
pasos preciosos, ya sean de caoba, plateados o dorados, acompañados
de flores y como siempre, a los pies de mi cristo, sus lirios
morados.
Si alguna vez alguno de ustedes,
queridos lectores, ha tenido el honor de ver de cerca el traslado de
alguna imagen de su sitio original a lo alto de un paso, o viceversa,
podrán observar con que cariño, delicadeza y elegancia sujetan esa
imagen y la trasladan de un sitio a otro. Pues bien, casi el mismo
mimo y delicadeza se tiene con la frágil flor de lirio a la hora de
manipularla y situarla en el paso para que acompañe en la estación
de penitencia.
Es inconfundible la mezcla de aromas
cuando el paso de Nuestro Señor pasa por delante nuestra, los
matices olorosos que aportan dichos lirios se mezclan con el
inconfundible incienso. Ya sea por su belleza visual, por su
delicadeza y fragilidad, o por su fragancia, los lirios morados son
una clara seña de identidad de nuestra Semana Santa.
Este año, como decía al principio, ha
coincidido un invierno soleado y que la Semana Santa ha venido muy
pronto, según los expertos, esta ha sido la sexta cuaresma mas
temprana de los últimos 100 años. Por norma habitual, una planta
generalmente silvestre como el lirio, no debería florecer hasta
abril mas o menos, coincidiendo ademas con la época normal cofrade.
Pues no, sorprendentemente este mes de febrero la vara que sale del
Lirio la cual anuncia el pronto florecimiento de la misma, creció,
regalándonos en pleno mes de marzo campos teñidos de morado.
Lo caprichosa que es la naturaleza,
justo el año que cae muy pronto la Semana Santa, la climatología
hace que los lirios florezcan antes, curioso...
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